viernes, 14 de diciembre de 2012

"Rashomon" de Akira Kurosawa

Japón, siglo XII. En un lugar llamado Rashomon y cobijados de una tormenta, tres personajes: un sacerdote, un leñador y un peregrino, comentan los acontecimientos surgidos tras la violación de una mujer y el asesinato de un hombre en un bosque. Los hechos girarán en torno a las declaraciones efectuadas en la comisaría de policía por los diversos testigos, inculpados e incluso la propia víctima del homicidio.

Ficha técnica y artística
Título: Rashomon
Título original: Rashômon
Dirección: Akira Kurosawa
País: Japón
Año: 1950
Duración: 88 min.
Género: Criminal, Drama, Intriga
Reparto: Toshirô Mifune, Machiko Kyô, Masayuki Mori, Takashi Shimura, Minoru Chiaki, Kichijiro Ueda, Fumiko Honma, Daisuke Katô
Distribuidora: Los Films del Búho
Productora: Daiei Studios

Dirección: Akira Kurosawa
Diseño de producción: So Matsuyama
Fotografía: Kazuo Miyagawa
Guión: Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto
Montaje: Akira Kurosawa
Música: Fumio Hayasaka
Producción ejecutiva: Masaichi Nagata


Rashomon y la verdad
Rashomon discute acerca de la filosofía de la verdad y la subjetividad. Un error pequeño puede tener consecuencias devastadoras en la vida del hombre, pues vivimos de acuerdo con lo que creemos verdadero y bueno. Pero descubrir la verdad puede ser muy difícil, tanto que nos lleva a caer en el relativismo, escepticismo y nos hace perder la "fe en la humanidad". Y uno de los mayores obstáculos para descubrir la verdad somos nosotros mismos, porque nuestras creencias, egoísmos y prejuicios alteran la percepción que tenemos de las cosas, cómo las vivimos y recordamos. La verdad queda enmarañada detrás de relatos confusos y contradictorios que dicen más de la persona que los cuenta que del cuento mismo. Kurosawa pinta genialmente que el camino hacia la verdad puede ser tan enredado como el bosque en el que ocurren los hechos. Nos agota ver la marcha de los personajes por una jungla intransitable. Pero mucho más frustrante y agotador es tratar de develar el misterio del asesinato.

Críticas a Rashomon

Akira Kurosawa navega por los traicioneros y tormentosos océanos de la esencia humana y la destapa con agudeza.
Kurosawa era un gran analista, observador y filósofo del celuloide, que se servía de grandes historias sobre samuráis, gentes sencillas de entornos rústicos… Para mostrar características y comportamientos propios de cualquier pueblo, que a la vez enseñan rasgos propios de ciertas culturas, y rasgos comunes en todas partes. Por ello, las películas del gran maestro japonés tienen ese aire de inmortalidad, esa cualidad atemporal cuyos mensajes eran de utilidad tanto cincuenta años atrás, como en la actualidad.
Kurosawa no sólo se comunicaba con sus contemporáneos, sino que hablaba también, desde el rico lenguaje audiovisual de sus fotogramas, a quienes estaban por llegar. Sabía crear un lenguaje universal que iba más allá de las palabras y de las épocas representadas en sus películas.
“Rashomon”, situada por la crítica y por muchos admiradores en la lista de las mejores películas de la historia, es un ejemplo de agudo y severo análisis de las reacciones y conductas humanas. La mentira, los instintos descontrolados, el afán de supervivencia que se antepone a todo, la debilidad, el deshonor, la codicia y el egoísmo se exponen sin adornos y en su amplia complejidad en la que no existen extremos, ni sólo blanco ni sólo negro, sino matices intermedios en los que se ve que las personas son un cúmulo de dichos matices. Contradictorias, titubeantes, frágiles, influenciables, maleables, no solamente malvadas ni solamente bondadosas, inestables y que en momentos de desesperación, de crisis y de ceguera son capaces de realizar las acciones más execrables…
Los personajes a los que Kurosawa ha dado vida pueden ser tan despreciables como dignos de compasión o de lástima. Pero hay algo que está claro: ninguno es inocente. Ninguno sale bien librado de la quema.
En la derruida puerta del vetusto templo de Rashomon, se resguardan del diluvio tres hombres. Dos de ellos, un pobre campesino y un sacerdote budista, han sido testigos de unos sucesos que los han perturbado. El otro es un leñador escéptico, poco escrupuloso y dotado de un rudo sentido común que le ayuda a sobrevivir en la adversidad. Reflexionando sobre los hechos acaecidos, nos van narrando distintas versiones, cada una diferente de las demás. Lo que sí parece coincidir en todas las versiones es la muerte de un señor feudal en extrañas circunstancias y la huida de su esposa, que ha sido ultrajada por un famoso ladrón, al que se atribuye el asesinato del otro hombre. Poco a poco se va relatando la historia desde cuatro puntos de vista. Kurosawa no descarta ni siquiera la perspectiva del espíritu del hombre muerto, que habla desde el más allá para contar su propia visión.
¿Quién dice la verdad? ¿Quién miente? Imposible dilucidarlo. Probablemente cada uno cuenta la verdad que quiere ver… Y la que se le hace más soportable.

Biofilmografía de Akira Kurosawa

‘El perro rabioso’ (‘Nora inu’, 1949)
 ‘Rashômon’ (1950)
 ‘Vivir’ (‘Ikiru’, 1952)
 ‘Los siete samuráis’ (‘Shichinin no samurai’, 1954)
 ‘Trono de sangre’ (‘Kumonosu-jô’, 1957)
 ‘La fortaleza escondida’ (‘Kakushi-toride no san-akunin’, 1958)
 ‘Yojimbo’ (1961)
 ‘El infierno del odio’ (‘Tengoku to jigoku’, 1963)
 ‘Barbarroja’ (‘Akahige’, 1965)
 ‘Dersu Uzala, el cazador’ (‘Dersu Uzala’, 1975)


Porcofobia

¿Por qué dioses tan sublimes como Yahvé y Alá se han tomado la molestia de condenar una bestia inofensiva e incluso graciosa, cuya carne le encanta a la mayor parte de la humanidad?


Antes del renacimiento se decia que Yahvé y Alá habían prohibido comer carne porque el cerdo era un animal sucio que se revolcaba en sus propias heces pero eso quedo descartado por los rabinos judios  y ya a fínales de la Edad Medía comenzaron a decir que estaba prohibído comer la carne de cerdo porque era perjudicial para la salud humana y se verifico con la aparicion de la la triquinosis que era probocada por comer carne de cerdo poco cocida.
Los judios al enterarse de esto pusieron al cerco como un tabú para su sociedad porque para ellos lo que Yahvé y Alá decian junto con el hecho de la triquinosis cada vez tomaba más consistencia y dejaron para siempre de comer cerdo porque esto quedo prohíbido en la cultura Judía.